No voy a perderme en describir datos biográficos ni la trama principal del libro, porque considero que la web ya está abarrotada de esta información. En las siguientes palabras voy a hacer una suerte de reseña, a modo reflexivo invocando las sensaciones que me ha despertado esta historia.

Lo que más me cautivó del libro fue el nivel de profundidad en el desarrollo de una forma de vida. Entre tantos relatos cargados de significados comprensibles cómodamente desde nuestra perspectiva humana (formas humanoides o sistema de comunicación verbales, por dar algunos ejemplos), Solaris conceptualiza, de forma sagaz, una entidad-planeta que es fuente de misterios y meditaciones.

Esta concepción, deja en relieve que no tenemos manera de comprender o imaginar otra forma de vida distinta a la nuestra, porque básicamente, no tenemos punto de comparación. Sagan dice en “La Conexión Cósmica” que somos como un lingüista en una isla que se habla un solo idioma. Y por eso, la vida en otros rincones del universo, podría ser extremadamente diferente a lo que nos dice nuestra propia lógica, aún humana y condicionada por nuestros propios mecanismos internos.

Supongo que este tipo de caracterizaciones no es común porque por momentos se torna confusa y hay que explicar muchos datos para que cierre la idea. Lo genial de Solaris, es que esos detalles están dados a la perfección. Relata de una forma muy prolija todos los mecanismos empíricos efectuados por el planeta desde una mirada muy observacional y metódica. Y a eso le suma las especulaciones y teorías que giraron al respecto de este planeta-ser.

Ahora, el relato en sí, me dejó en cada momento de la lectura una sensación de desvanecimiento. En cada párrafo, el protagonista describe su experiencia en la estación del planeta Solaris de una forma muy introspectiva, dejando su intelecto y su psiquis al desnudo.

La narración de la historia es exquisita, extremadamente detallada y de una imaginación aguda, envidiable me atrevo a decir. Es imposible no compenetrarse en la atmósfera de soledad, desamparo y un poco de esperanza que evoca cada palabra en un acertado intento de describir el intelecto humano en su estado más crudo.