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Viajes, evolución y hakuna matata

“El día que no esté más en este planeta mis recuerdos son lo único que se van a ir conmigo”, pensé, con el viento en la cara y tierra en la ropa, mientras recorríamos la sabana en busca de movimiento. Esta revelación, además de ser una obviedad, me hizo reflexionar sobre la búsqueda de sentido y la capacidad que tenemos de hacerlo. Ese sentido, en mi mente, está en la intersección entre ciencia, filosofía y poesía y, tan solo pensar en esto, es posible gracias a la evolución. Tuvo que transcurrir toda la historia del universo, desde el big bang hasta este momento, para que estas palabras -y muchas otras- puedan existir. 

Esta idea, se fue interconectando con otras experiencias y aprendizajes durante mi viaje en Tanzania. Hace unos meses estuve en mi primer safari, recorriendo el Parque Nacional Serengeti, la Área de Conservación Ngorongoro, el Parque Nacional Tarangire y el Parque Nacional Lago Manyara. Estar sentada por horas en la Land Cruiser mirando y buscando signos de fauna puede ser algo divertido y fotográfico, pero también te da tiempo para entrar y excavar en tu propia mente. Estar en un safari es contemplación absoluta del estado natural de las cosas, tan natural que deja en evidencia que nuestra propia naturaleza tiene más de cultural que de natural.

Biodiversidad y evolución

La diversidad de criaturas que hay en el mundo me fascina, pero más que el hecho de su existencia me conmueve encontrarlas en la vida real. No es lo mismo pensar en un elefante, que ver un elefante. Y mucho menos, saber que los leones comen cebras, a presenciarlo. Cada una de estas especies no son azarosas ni obras de arte de la naturaleza, son piezas de un rompecabezas mucho más grande de lo que cabe en nuestra imaginación y cada una cumple un rol imprescindible e irremplazable. La biodiversidad es necesaria para el equilibrio de la flora y la fauna de nuestro planeta, cada animal, insecto o planta, lleva en su biología millones de años de evolución que lograron crear este hermoso ecosistema que llamamos hogar.    

El estar cara a cara con estos animales que a menudo protagonizan cuentos infantiles o documentales, me hizo dar cuenta de lo maravilloso que es este concepto. Según Wikipedia, la evolución biológica es el conjunto de cambios en caracteres fenotípicos y genéticos de poblaciones biológicas a través de generaciones.​ Dicho proceso ha originado la diversidad de formas de vida que existen sobre la Tierra a partir de un antepasado común. O, en términos más amigables, son los cambios genéticos que experimentan los seres vivos a lo largo de las generaciones, siendo que todos partieron del mismo antepasado común. 

Paremos un momento, ¿todos los seres vivos de este planeta, humanos, animales, plantas, dinosaurios, todos partieron del mismo lugar? Asombrosamente, sí, pero no nos vamos a ir tan atrás. Se llama antepasado común a la especie de la cual descienden otras dos o más especies. Por ejemplo, los tetrápodos, como el Tiktaalik, fueron los primeros vertebrados en salir del agua, marcando un punto de inflexión que eventualmente dio origen a los anfibios, reptiles, aves y mamíferos, incluidos los seres humanos.

Es meme pero si quieres no es meme

Esto no quiere decir que toda la vida partió de los tetrápodos. Pensar en la evolución es como pensar en un gran árbol (El árbol de la vida): el tronco representa el inicio de la vida en la Tierra (y si queremos ir más específico podemos decir que el árbol está en el agua ya que el agua es el contenedor inicial de la vida en nuestro planeta) y cada rama va representando a una especie. Así, el árbol se va ramificando hasta llegar a donde estamos. Entonces, podemos pensar en los tetrápodos como una gran rama al inicio del árbol y así, nosotros seríamos las hojas al final de una de las ramas que parten de esa rama principal.

Fuente: https://www.britannica.com/

Pero no todas las ramas ni todas las hojas prosperan. Algunas ramas se secan y se caen (esto sucede cuando hay una extinción) mientras que otras prosperan hasta llegar a la actualidad dando lugar a la biodiversidad que conocemos. De esta forma, podemos visualizar la variedad de seres vivos como un proceso continuo y cambiante, donde cada especie es una especie de experimento de la naturaleza y solo prosperan las que logran una adecuada adaptación a su entorno. 

La realidad es que estos cambios no son de la noche a la mañana, pero en cualquier momento podemos ser testigos de ello. Ahora mismo, incluso, estamos presenciando la evolución en su faceta más elegante: tener la capacidad de leer, a través de un dispositivo electrónico, haber inventado esos dispositivos y poder comprender lo que significa todo esto no es algo que los tetrápodos pudieran hacer. Nuestros átomos, que alguna vez fueron parte del océano, transitaron miles de años y vidas para poder llegar a donde estamos.

Ahora, volvamos a Tanzania. La idea de hacer un safari fue en principio más una experiencia que otra cosa. No sabía qué esperar ni con qué me iba a encontrar y mucho menos que me iba a convertir en testigo de las maravillas de la evolución. Los comportamientos, los patrones, las texturas y colores de los animales, en cada detalle hay siglos de historia e historias que hacen de la voz de los que aún no han desarrollado el lenguaje. 

Durante un safari los protagonistas suelen ser los mamíferos: vertebrados que poseen glándulas mamarias para alimentar a sus crías (de ahí su nombre). Hay alrededor de 5000 especies en el mundo -todas descendientes de los tetrápodos- y aún así representan aproximadamente el 5% de la cantidad total de animales. Dentro de esa diversidad, tuvimos el privilegio de ver unas diez. 

La creatividad de la naturaleza para organizar genomas me ha capturado la atención durante todo el viaje. No podía dejar de sorprenderme por la riqueza y complejidad de cada ser, no solo respecto a su fisiología, sino también sus comportamientos, interacciones, comunicación, supervivencia y adaptación. 

Simbiosis

Una de esas características es la simbiosis, una tipo de interacción clave en muchos sistemas biológicos. Durante la visita a Tanzania, esto se hace evidente en la Gran Migración, fenómeno que se da cuando grandes manadas de herbívoros, alrededor de dos millones de ñus y cebras, se desplazan en busca de agua y pastos frescos. Esto significa que estos animales nunca se establecen, están siempre en un proceso continuo de movimiento. 

Icónica escena de El Rey León

Lejos de pisotear leones y perseguir leoncitos, estos animales luchan por sobrevivir y enfrentan adversidades de todo tipo ya que susceptibles de convertirse en alimento de otros depredadores. Es por esto que han desarrollado una alianza de beneficio mutuo: mientras que los ñus comen los pastos más cortos, las cebras prefieren los más altos. A su vez, los ñus poseen un gran sentido del olfato y oído, mientras que las cebras tienen mejor memoria espacial y visión. Todo esto los convierte en compañeros de equipo perfectos. 

Mientras observaba la cooperación que existe entre las cebras y los ñus, reflexioné en cómo el auge del individualismo y la independencia que predomina en estos tiempos se aleja completamente de estos mecanismos de cooperación innatos que existen en el reino de los demás animales. Observar con atención, por un momento, puede darnos muchas respuestas a preguntas que aún no sabemos cómo formular o ayudarnos a recordar las que olvidamos. 

Calma

Timón y Pumba lo tenían todo claro. Quizás en la realidad, los jabalíes y las suricatas, no son tan amigos como en la película, pero me dan el pie para alejarme un poco de la zoología para comenzar a dar lugar a otro aspecto fundamental de la evolución: la cultura y, para ir más específico, el lenguaje. Nada de esto queda fuera de lo que presenciamos en la naturaleza, todo lo que percibimos y entendemos del mundo natural está marcado por nuestra capacidad de razonar, que no solo depende de nuestra herencia genética, sino también del entorno en el que nos desarrollamos y, en parte, de nuestra suerte evolutiva.

Si bien en occidente ganó popularidad gracias a “El Rey León”, hakuna matata es una frase swahili que significa “no hay problema”. Aunque es común escucharla entre los locales, el verdadero lema es pole pole que quiere decir “vivir con calma”. La naturaleza nunca está apurada, todo lo hace a su tiempo. Esa es la filosofía que impera bajo los susurros de estas icónicas expresiones. La vida occidental y el capitalismo nos han acelerado el ritmo, haciéndonos olvidar cuál es el verdadero sentido de estar en este planeta: disfrutar, compartir y simplemente estar. Los animales lo saben y nos lo recuerdan con cada acto, sin prisas y en el momento presente. 

Humildad y respeto

En el pasado, a los animales depredadores más difíciles de cazar de los llamaba los cinco grandes (big five). Hoy en día, afortunadamente, ya no está permitido cazar pero se sigue utilizando este término para hacer referencia a los leones, leopardos, elefantes, rinocerontes y búfalos con intenciones fotográficas o de observación. 

De ellos, solo pudimos ver tres de cerca (león, elefante y búfalo), uno de lejos (rinoceronte) y no pudimos ver leopardos aunque sí a su primo más cercano, el chita. Por más que, a nivel personal, no encuentro un mayor disfrute en la observación de los animales en esta categoría (mención especial a las jirafas y su increíble anatomía), sí me atrevo a conferar que siento respeto ante su presencia. Ver un elefante de cerca me trajo pensamientos intrusivos y reales, como que podría pasarnos por encima en cualquier momento y no hay nada que pudiéramos hacer.

Sin embargo, los animales son más inteligentes de lo que elegimos creer, porque eso nos haría menos inteligentes a nosotros. Durante la expedición, uno de nuestros guías nos comentó que los elefantes solían volverse más agresivos en las épocas en que se permitía la caza para extraerles el marfil, pero hoy en día, ya no muestran esa conducta hacia las personas. La violencia que solemos asociar a los animales no es más que reacción ante la actitud humana.

Aunque esto esté cambiando poco a poco y los seres humanos efectivamente seamos parte del ecosistema, aún persiste la sensación de que estamos invadiendo su casa y llegamos sin invitación. Acá entra la pregunta de porqué nos sentimos tan ajenos a nuestro propio planeta y qué tipo de mundo estamos construyendo que cada vez nos hace más extraños a él. 

Destellos

Las observaciones no se limitaron únicamente a los animales mencionados, también tuvimos la suerte de presenciar cocodrilos, hipopótamos, gacelas, impalas, topis, hienas e, incluso, nuestros familiares cercanos, los monos. Y aún queda mucho por conocer.

Estos son unos pequeños destellos de lo que es la biodiversidad y de cómo el mundo natural va evolucionando y adaptándose para crear ecosistemas perfectos que funcionan y se equilibran instintivamente. Haber llegado hasta este momento de la historia del tiempo para poder presenciarlo es, entre otras cosas, casualidad, pero también es conciencia y predisposición a conocer lo que nos rodea. Si esta mente racional que nos diferencia de las demás especies es una ventaja evolutiva o información que estaba latente desde el inicio de los tiempos no se sabe, pero algún rol debe tener en en el juego de la biodiversidad. 

Dicho esto, procedamos a ver cómo encaja el ser humano en este rompecabezas. 

Cultura y conocimiento

Aunque el sentimiento general es la aparente separación del ciclo natural de las cosas y el vivir en ambientes modificados, esta idea etnocentrista que no aplica a todos los seres humanos. Esta lejanía nos concierne solo a un grupo de personas y visitar un espacio natural en la comodidad y seguridad de un vehículo nos posiciona en ese grupo, lo cual no es necesariamente malo por sí mismo, aunque sí es necesario ser consciente de que no es la única forma ni mucho menos la más “correcta”.

Teniendo esto en cuenta, no quisiera dejar de mencionar a las personas que forman parte de este ecosistema del que venimos hablando. Los masái, que son el grupo étnico seminómada que habitan el sur de Kenia y el norte de Tanzania. Su sistema económico descentralizado se basa en la ganadería, crían a los animales para obtener carne, leche y sangre y viven en boma, un asentamiento de cabañas cercadas con ramas para proteger a las personas y vacas de los depredadores. 

Durante el safari es común encontrarlos en los parques nacionales y sus alrededores vistiendo coloridas prendas de algodón en tonos rojos, negros, azules y violetas. Las mujeres se adornan con collares y aros hechos por ellas mismas y los hombres suelen llevar un palo para ahuyentar a los animales salvajes.

Para los masái, quienes han vivido y criado a sus animales en estas tierras desde 200 años antes de la llegada de los “exploradores” europeos, el territorio que hoy conocemos como el Serengeti era llamado siringet, que significa “lugar de planicies sin fin”. Su relación con el entorno es innata y de profundo conocimiento del ecosistema, ya que durante generaciones han coexistido con la fauna y flora del lugar. No obstante, la creación de parques nacionales y la expansión del turismo han modificado su vida, generando desafíos en la conservación de su cultura y su derecho a esas tierras.

La necesidad de preservación de los espacios naturales es urgente, pero también lo es de comunidades y culturas nativas. Y estas son dos cosas que van de la mano, las comunidades se han hecho cargo de los espacios naturales por siglos, creando un vínculo de cuidado mutuo. Su conocimiento es tan valioso como su derecho a permanecer en esas tierras. Hoy, más que nunca, hay que abogar por la creación de políticas que impulsen el respeto y la diversidad cultural, de la misma forma que la naturaleza nos lo ha enseñado a través de la biodiversidad. Los humanos formamos un ecosistema cultural y cada cultura aporta una filosofía única que enriquece nuestra humanidad. 

Viajes y rumbos

La evolución es la danza del cosmos manifestándose en la vida. Explorar y conocer el mundo natural de los demás animales nos da pautas para comprender nuestra propia naturaleza y darnos cuenta que estamos más cerca de ellos de lo que pensamos. Adelantarnos a concluir que somos seres más “evolucionados” puede ser arriesgado y hacernos creer algo que no somos. Desde la perspectiva universal, somos monos con ideas. Y no siempre buenas. No hay un big five, hay un big one y somos nosotros, los máximos depredadores y aún así esclavos de nuestra propia ignorancia. 

Safari significa viaje. La evolución biológica y cultural, la preservación de nuestro hogar y planeta y la necesidad de cooperación son parte de un viaje colectivo que más que nunca debería inspirarse en la simbiosis, la calma, el respeto y la humildad del reino natural y comenzar a cambiar conscientemente el rumbo de la historia.

Lugar donde se inspiró la gran roca de El Rey León

Notas

Todos los datos obtenidos para este artículo, excepto los mencionados, es información recavada del guía del safari, Mayunga, quién con tanta sabiduría, paciencia y amor por la flora y fauna de sus tierras, nos condujo en esta aventura.

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